La meditación mindfulness, también conocida como atención plena, se centra en prestar atención al momento presente de manera consciente y sin juzgar. Durante esta práctica, se observan los pensamientos, emociones y sensaciones corporales que surgen en el momento presente, sin tratar de cambiarlos o reaccionar ante ellos. En lugar de ello, se practica la aceptación y la comprensión de la experiencia tal como es. Esto ayuda a desarrollar una mayor claridad mental, reducir el estrés y mejorar la capacidad de respuesta ante situaciones cotidianas.
La meditación concentrativa implica enfocar la atención en un objeto específico, como la respiración, una palabra o frase repetida (mantra), o una imagen mental. El objetivo es entrenar la mente para mantenerse concentrada en un solo punto, lo que ayuda a calmar el flujo constante de pensamientos y a reducir la distracción. Al cultivar esta habilidad de concentración, se promueve la claridad mental, la calma y la estabilidad emocional.
La meditación basada en el cuerpo se centra en las sensaciones físicas presentes en el momento, como las sensaciones de respiración, la postura del cuerpo y cualquier otra sensación corporal. Durante esta práctica, se presta atención a las sensaciones físicas con una actitud de apertura y curiosidad, sin juzgarlas ni analizarlas. Esto ayuda a desarrollar una mayor conciencia corporal, así como a reducir la desconexión entre la mente y el cuerpo, lo que puede conducir a una sensación de bienestar general y una mayor capacidad para gestionar el estrés.
La meditación compasiva, también conocida como meditación de amor bondadoso o metta, se centra en cultivar sentimientos de bondad, compasión y amor hacia uno mismo y hacia los demás. Durante esta práctica, se repiten frases o se visualizan imágenes que expresan deseos de bienestar y felicidad, tanto para uno mismo como para los demás. Esta meditación ayuda a desarrollar la empatía, fortalecer las relaciones interpersonales y promover un sentido de conexión y compasión hacia todos los seres vivos.